Un día viajando
por las nieves de Siberia
encontré a una luciérnaga
que con su voz iluminó caminos
hacia tus labios.
Un día viajando
por las dunas africanas
me encontré con el blanco oso polar
y al póquer me jugué con él la llave
de tu corazón.
Un día viajando
por las cataratas del Niágara
me encontré con un ruiseñor
que me trajo volando
envasada tu mirada.
Un día viajando
por
me encontré con un caimán
que me dio en un frasquito
embotellada tu voz.
Un día viajando
por los fiordos de Noruega,
allí encontré a un caracol alado,
fugitivo ladrón que robó besos
de tu boca de fresa.
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