
La luminosa luz de nuestro sol
que se resbala en mi salón despierto.
Me baña en oro y la recuerdo sola.
Voz suave y seseante susurraba
las palabras de amor de aquella noche
sola en la pista deseada entera
por mil y un ojos que miraban ciegos
ardiendo a cada uno de sus pasos,
tacones, minifalda, sudorosa,
creadora del infierno, tentación
de amar sólo una noche, de besar
una vez a la muerte en esos labios
y en las discos y pubs, juntos arder
en fuegos de pecados de una noche.
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