Haikú de los Poetas

Sólo el poeta
sabe hacer los milagros
como dios manda.

domingo, 25 de octubre de 2009

La Puerta del 3B


Dicen que cuando el sol se ponía y la noche se adueñaba de Salamanca, una mujer vestida de blanco salía a dar un paseo nocturno. Su nombre era Eva. Vivía en un pequeño piso en el centro, concretamente en el 3b. Durante su paseo recorría cada calle del casco antiguo de la ciudad buscando a turistas extraviados. Cuando encontraba a uno se lo llevaba a su casa, se acostaba con él y, seguidamente, lo asesinaba. Ningún hombre de los que había entrado en aquel piso había vuelto a salir. Nadie sabía lo que había detrás de aquellas puertas, siempre cerradas, y las pocas ventanas que había estaban cegadas.

Hace un tiempo, un grupo de delincuentes juveniles asaltó a un norteamericano en una discoteca del centro. Él huyó, le siguieron. Según doblaba una esquina chocó contra una mujer vestida de blanco.

-Help me! Help me, please! –balbuceó.

La mujer se quedó mirándole. Le indicó que la siguiera. Tenía un paso muy extraño. Parecía como si se deslizase sobre el suelo en vez de avanzar con pasos. Eva guió a su nueva víctima hasta un viejo edificio. Abrió el portal y comenzó a subir las escaleras. Pero mientras subían, algo ocurrió al margen del conocimiento de la chica. El norteamericano envió un mensaje a sus compañeros indicándole la dirección donde se hallaba refugiado. Por fin dejaron de subir escaleras. La mujer abrió la puerta y ambos entraron.

Eva le sirvió café frío. El hombre lo aceptó, quiso preguntarle su nombre, pero la chica no había abierto la boca y siguió sin decir ni una sola palabra. Aquel debía ser el hogar de la extraña mujer que lo había refugiado. Era muy extraño, raro, exótico. Cuando hubo terminado el café, la mujer se desnudó, lo desnudó. Empezaron a llover besos, caricias. Las manos resbalaban por el cuerpo del hombre mientras el sudor bañaba sus cuerpos. Finalmente, él se puso encima de ella y le hizo el amor. Durante un rato gritos y gemidos inundaron el ambiente hasta que todo acabó con una explosión de placer quedando los dos tumbados sobre la cama. Ella, se incorporó, se agachó y de debajo de la cama extrajo un puñal afilado. Al hombre no le dio tiempo a reaccionar. La hoja del cuchillo sajó su cuello. La sangre empezó a brotar como si fuera una fuente. Las sábanas se tiñeron de rojo. De nuevo, las manos manchadas de color de rosa empuñaron el puñal y lo hundieron en el corazón del hombre.

Al día siguiente, los compañeros de viaje del norteamericano lo llamaban por móvil pero una grabación les decía que dicho número no existía. Denunciaron a la policía. Nadie lo había visto. Finalmente, decidieron ir a la dirección que les había indicado la noche antes. Caminaron por entre las calles de la ciudad hasta que llegaron a un edificio muy viejo. Llamaron al 3b. Nadie contestó. Tras un rato esperando, una viejecilla salió del portal. Le preguntaron quién vivía en el 3b. Les contestó que nunca nadie había vivido allí. Ella nunca había visto salir ni entrar a nadie en aquel piso pero que si querían, podían subir. Así lo hicieron, subieron escalera tras escalera, peldaño tras peldaño hasta que llegaron a una puerta muy vieja y sucia con un letrero de hierro oxidado en el que se leía “3B”. Llamaron. Nadie contestó. Los hombres se

empezaron a impacientar. Golpearon la puerta. Nada sucedía. La viejecilla del portal subió por las escaleras:

-¿Todavía andan aquí? –preguntó-. ¡Ya les dije que nunca nadie había salido ni entrado a través de esa puerta.

-¿Qué hay dentro? ¿Quién vive ahí?

La viejecilla meneó la cabeza de lado a lado y entró en la puerta 3A. ¿Podría haberse confundido al mandarles la dirección? No. Imposible. Nunca había cometido el más mínimo error. Pero… ¿podría haberlo cometido ahora? También era muy improbable porque seguro que se aseguraría dos veces de la dirección antes de mandarla. Se dispusieron a echarla abajo. Había algo tras aquella puerta de madera envejecida. Algo misterioso. Estaban seguros que tras ella estaba su compañero. La golpearon fuertemente. Se percataron de que la viejecilla los observaba por la mirilla de la puerta. Cada vez, golpes más fuertes. Hasta que por fin, las bisagras comenzaron a ceder y, finalmente, con un golpe seco, la puerta se desprendió y se estrelló contra el suelo. Todos miraron atónitos al interior del piso. No podían comprenderlo. Parecía imposible.

Pero… ¿qué es lo que hay tras la puerta del 3B?

Al día siguiente:




Las grandes esperiencias,
las ardientes sonrisas,
embaucadoras miradas
y las alegres fragancias
no son más que recuerdos
al día siguiente.
Recuerdos que al mezclarlos
todos juntos
obtenemos la esencia
de los grandes perfumes.
Olores que al flotar
hacen al cuerpo volar,
sensaciones que al sentirlas,
sientes el fuego revivir alegre
dentro del corazón;
sentimientos secretos,
sólo aptos para ti.
Hoy sólo tengo recuerdos,
recuerdos que al mezclarlos
se vuelven felicidad.