Haikú de los Poetas

Sólo el poeta
sabe hacer los milagros
como dios manda.

lunes, 26 de enero de 2009

El Negro Búho

El Negro Búho fue el nombre que recibió la embarcación más perfecta del mundo y era el testimonio del poder ilimitado de la imaginación humana, rápida y ligera como el viento, dura y resistente como las frías rocas y tan bella como el mar al atardecer.

Después de los diez eternos años empleados para su construcción, llegó el tan esperado día en el que el Negro Búho debía zarpar, pero el capitán, constructor y propietario del navío, un hombre cuyo carácter era tremendamente malhumorado, borde y huraño, se dio cuenta que aquella fabulosa nave no podría ser pilotada sólo por él. Se dio cuenta que necesitaba a alguien que le guiara, que le acompañara, que le ayudara en aquel viaje.

Durante un tiempo el huraño capitán buscó desesperadamente al acompañante perfecto, pero cuando encontraba uno que le gustaba, no tardaba en darse cuenta que no era la persona idónea para ese viaje. Hasta que, un día, apareció alguien que presumía de ser buen lobo de mar. Al capitán le agradó y tal vez podría ser perfecto. Tal vez. Cuando el corsario le explicó a su nuevo tripulante la complicada empresa, éste a aceptó sin vacilación. Aquella noche fue la primera en mucho tiempo en la que el capitán del Negro Búho durmió tranquilamente.

Justo cuando debía elevar anclas, el capitán volvió a mirar por la borda, había pasado una hora desde que había quedado con el marinero en el puerto, pero el marinero no apareció, ni a la hora siguiente, ni ese mismo día, ni al siguiente, ni a la semana, ni nunca. Nunca más nadie volvió a saber sobre él.

El capitán entristecido se encerró en el barco eternamente amarrado sin ni siquiera poder liberarlo de sus amarras.

Pasó el tiempo, pero en el invierno del año siguiente, vio desde su camarote a una persona encapuchada. Sin saber el por qué, sintió una punzada en su corazón y, por primera vez en mucho tiempo, descendió de su navío y se encaminó derecho a los más profundos suburbios en busca de tal misteriosa persona.

Tardó en localizarla y cuando lo hizo, detuvo a la enigmática sombra y le habló. Le habló de su barco, le habló de su empresa y se quitó la capucha que cubría su faz. El capitán quedó sorprendido pues no era lo que él se imaginaba para su barco. Su tez blanca mostraban unos ojos marrones, su pelo largo y negro como el azabache estaba recogido en la parte trasera de su cabeza. Era una mujer hermosa y parecía frágil como el diamante. No era la persona con la que había esperado compartir su aventura, pero sin lugar a dudas era la mejor persona, era la candidata perfecta, la que mejor podría haber encontrado.

Ambos, al atardecer, sin mirar atrás, emprendieron ese viaje rumbo al horizonte.

No hay comentarios: