Haikú de los Poetas

Sólo el poeta
sabe hacer los milagros
como dios manda.

lunes, 13 de abril de 2009

Lo que me pasó la noche del 12 de abril


Esta noche, mientras la luna arropaba a las colinas, las estrellas acunaban a los valles y yo, en mi cama, me escondía, una voz de un hombre penetró en mi habitación. Me preguntó qué nueva diosa atraía tanta devoción. Yo, sin miedo, sin temblor en mi voz contesté con palabras que nacían en mi interior y eran impulsadas por mi tráquea con potencia para acabar fluyendo en mi boca cálidamente: “Esa nueva diosa, a la que rindo tanta devoción es una estrella que brilla más que la luna. Es ese soplo de viento que acarició mi cara en aquel caluroso día. Es esa bruja que vuela de madrugada en su escoba plateada hasta mi cama solo para verme despertar. Es ese rayo de sol que se escurre entre mis persianas para besar mi cuerpo desnudo cada mañana. Es esa flor que crece sobre la nieve. Es esa brújula que me ayudó a regresar. Es ese poema que venció a la muerte. Esa nueva diosa, a la que rindo tanta devoción, es esa muchachita que conquistó mi corazón.”

La voz del hombre vaciló. Se presentó como Dios y confesó ante mí, pobre jovencillo acurrucado en su cama, que a Él nunca nadie le había dotado de tan bella oración. Confesó ante mí, pobre coleccionista de sonrisas, que a Él nunca nadie le rindió tanta devoción. Confesó ante mí, pobre poeta enamorado, que su trono se sentaría esa nueva diosa que conquistó mi corazón. Confesó ante mí, afortunado recolector de la miel que nace en tus labios, que el cielo eran tan solo tres letras: ANA