![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsDVjD2hZHSzVOnhTIv_yC0dOtGCKWjow1RGyAf3j1Au8JAKp8wwW7z3NdWxRtzrU6W-04CXW7z7niCA35KRsVxP7-qUp4tPiDgMzKqNBErysnMCKtF-6mxWpW5VhyTX4Me_y23K7Wm9c/s320/llamada2.jpg)
Atardecía en paz. La luz marchaba
sin prisas, sin pedirle nada al tiempo.
La soledad cercaba de renuncias
las mustias escaleras del silencio.
Y de pronto, el amor se hizo diálogo
por un timbre, unos números y un dedo
que echaron la inquietud, la dicha a suerte
y levantaron del oído el cerco.
Tu voz fue una dulcísima pistola
apuntada directamente al pecho
que yo puse al alcance de mi oreja
hasta meterme en la boca de fuego.
Y me abrasé. Y obtuve de tu lengua
si un descanso, sí un presentimiento,
que todo lo imposible guarda alguna
esperanza en el fondo sin saberlo.
Parecía la llamada de socorro
entre un barco sin mar y otro sin remos.
Y quisimos salvarnos de la nada
a uno dándole fondo y a otro aliento.
Tanta es la soledad y hoy valen tanto
unos minutos con tu voz en medio,
que más que nuestros años de amor juntos
estos minutos de ahora te agradezco.
Se interrumpió el contacto. No nos dimos
cuenta de que la ficha iba cayendo
en un mudo cadalso inaplazable
incapaz de ternura y retroceso.
¿A dónde fue tu voz? ¿Por qué de súbito
se cortó la palabra y el acento
y ni nos despedimos? ¡Qué sarcasmo
nos separa y nos rige desde lejos.
Pero el mar nos habló. Lo oímos desde
la caracola oscura de los sueños.
El vacío se interpuso. Hay ya culpable.
Ninguno de los dos colgó primero.
Todo podrá quedarse como estaba
mientras que no cambiemos de recuerdo.
Te seguiré esperando cada día
con la vela dispuesta para el viento,
con ganas de vivir, de navegar
sin acordarme de aquel hundimiento.
Aunque no suene más sobre la mesa
y me vaya con él quedando muerto,
cruzaré emocionado por la vida
con el oído pendiente del teléfono.
No hay comentarios:
Publicar un comentario